Cuando descubres que la preocupación es previa de la ocupación, y que si te ocupas dejas de preocuparte, entonces más que un juego de palabras, entiendes la importancia del mensaje. La preocupación es relativamente fácil, pero demasiado desgastante como para que sigamos invitándola y dándole un lugar de privilegio en nuestras vidas.
Tu te puedes preocupar porque no estás rindiendo lo que debes, porque no alcanzas los resultados que deseas, porque no te sientes confortable con tu accionar, y por miles de cosas más. Provienen por supuesto, del análisis serio de la gestión que vienes realizando, lo cual se debe aplaudir, porque denota responsabilidad y compromiso. Pero de ahí, a quedarte en la preocupación, es otra cosa diametralmente opuesta, porque no existe nada más perjudicial que la inacción.
Así como todo exceso es vicioso, demasiado análisis y diagnóstico te pueden paralizar, te hace perder las oportunidades que no se detienen por esperar tu proceso de pensamiento, y te puede llevar a complicar la existencia. Hay que destinar un tiempo límite a la preocupación y encuentro de estrategias a seguir, para luego dedicar la mayor parte del tiempo a la actuación y ocupación de las tareas diarias.
Cuando te mantienes activo y ocupado, tu energía fluye, tu poder de creación se establece, y no te deja tiempo para preocuparte en demasía, lo cual es bueno. Así que el mejor remedio cuando te sientas deprimido y preocupado, es ponerte a realizar cualquier actividad, no importa si se relaciona directamente con el problema que te aqueja, tal vez sea mejor cambiar de actividad, para dedicarte a la afición que más te apasiona, o tu deporte favorito, o simplemente compartir con tus amigos y seres queridos.
Así como la preocupación se elimina con la ocupación, es conveniente seguir ciertas reglas de juego cuando actúas para que no se convierta en nueva fuente de preocupación.
Lo primero es sentirte libre de presión cuando te mueves, sea en una u otra dirección, lo segundo es amar lo que haces, y especialmente el proceso, es cierto que el destino debe permanecer en la mira pero ante todo debes disfrutar el camino que recorres y que no pase desapercibido. Por último, es clave la concentración, el foco, la observación, y la entrega, siempre debes dar lo máximo que tienes, y no guardarte ninguna carta debajo de la mesa, porque tal vez se quede sin jugar, lo cual sería una verdadera lástima.
No re preocupes demasiado por esta lectura y más bien ocúpate en tus quehaceres diarios, que es donde reside el verdadero valor del mensaje.