Para empezar a modificar los aspectos que nos desagradan de nuestra vida, lo primero que debemos hacer, es realizar una lista que nos permita identificarlos.
Comenzaremos realizando una lista de 10 aspectos negativos de nuestra personalidad. Es fundamental que seamos realistas y que nos observemos diariamente por un tiempo, antes de escribir cada punto de los 10 que necesitamos para completarla.
Lo mismo haremos con nuestro aspecto físico. Una lista de 10 defectos que consideremos que tiene nuestro cuerpo o imagen.
Una vez concluidas las dos listas que mencionamos anteriormente, pasaremos a formular otras dos listas que deberán contener lo que nos gusta de nosotros. En una, incluiremos lo que más nos gusta de nuestra personalidad y en la otra, lo que más nos agrada de nuestro aspecto.
Ahora vamos a situarnos en las primeras dos listas: lo que no nos gusta de nosotros. Podemos observar, si leemos la lista que se refiere a lo que no nos gusta de nuestra imagen, que algunos ítems pueden modificarse y otros no. Vamos a marcar los que consideramos que podemos cambiar. Por ejemplo, si con respecto a la imagen anotamos: “Siempre estoy despeinada”, podemos recurrir a un peluquero que nos recomiende que hacer para modificar este aspecto. Si por el contrario anotamos: “Soy muy baja de estatura” tendremos que aceptar y aprender a vivir con la altura que posee nuestro cuerpo.
Los aspectos negativos de la personalidad, siempre pueden modificarse. Para adoptar una actitud diferente, solo basta con detectarlos en el momento justo. Si por ejemplo anotamos: “Me enojo demasiado”, cuando nos encontremos en una situación de enojo, debemos detenernos e intentar revertir ese rasgo que nos desagrada. Los seres humanos adoptamos conductas por medio de la repetición. Si repetimos ésta conducta cada vez que nos enojamos, es probable que en un tiempo, consigamos enojarnos menos.
Con respecto a lo que queremos modificar, y puede resolverse, deberemos elaborar un plan de acción y llevarlo a cabo día tras día, para poder conseguir el objetivo deseado. No olvidemos ser realistas con nuestras metas. Por ejemplo, si estamos preocupados por nuestro exceso de peso, no podemos pretender bajar en una semana todos esos kilos de más, pero si, realizar una dieta adecuada. A la semana podremos observar que hubo una disminución del peso y eso nos servirá de ayuda, cuando estemos tentados a comer en demasía.
La técnica de las listas, servirá de guía, y a medida que consigamos las metas propuestas podemos realizar nuevas listas para así, ir modificando y desterrando todas las cosas que no nos gustan de nosotros mismos.
Para lograr el equilibrio cuerpo-mente que necesitamos, tenemos que empezar a movernos. Vamos a definir una actividad que nos guste y que nos permita no solo movernos, si no ayudarnos a moldear nuestro cuerpo. Caminar, correr, bailar. No importa si no podemos pagar un gimnasio. Hay videos gratuitos con profesores online y programas de tv que nos permiten poner nuestro cuerpo en movimiento. Cuantas mas veces nos movamos en la semana, más rápido mejorará nuestro cuerpo y nuestra mente estará igualmente agradecida.
Alimentemos nuestro momento de ocio. No todo en la vida tiene que depender de las obligaciones. Muchas veces postergamos actividades que nos agradan por falta de tiempo. Esa película que tanto ansiamos ver, por ejemplo. Ir de compras, probar un manjar en ese restaurante de comida china o simplemente salir a caminar solitariamente. La clave es destinar al menos una hora del día para hacer lo que realmente tenemos ganas. Al armar nuestra agenda, o en el caso de que no tengamos agenda, pero tampoco tiempo, debemos incluir un horario para hacer algo que realmente nos guste. Esto va a ayudarnos a cumplir con nuestras obligaciones con mayor satisfacción, ya que, sabemos que vamos a compensarnos por ello. Tenemos que fijar un horario y cumplirlo como si fuese otra obligación.
Aprendamos a decir que no. Resulta un poco incómodo al principio ya que estamos acostumbrados a querer satisfacer a lo demás más que a nosotros mismos. Pero para crecer día a día, necesitamos pronunciar esa palabra. Esto no significa que no ayudemos a otras personas, solo que a veces, es necesaria la palabra “no”, para ayudarnos nosotros mismos. No siempre debe ser un “no” absoluto, podemos compensar nuestra negación, postergándola para otra ocasión. Por ejemplo: planeamos salir a cenar después del trabajo con una amiga que hace tiempo que no vemos. Nuestro jefe nos solicita terminar un informe de carácter urgente y nos pide que nos quedemos después de hora. Podemos decir que no, pero arreglar para asistir a la oficina una hora antes al día siguiente, para que el informe, este terminado a primera hora.
Ejercitar, descansar y recrear la mente. Al igual que con nuestro cuerpo, debemos nutrir nuestra mente para que esta funcione mejor.Para ejercitarla, solo necesitamos recurrir a problemas de ingenio, resolver crucigramas o poner a prueba nuestros recuerdos. Tratar de recordar en que lugar nos encontrábamos la semana pasada en este mismo horario o que ropa vestíamos, nos ayuda a entrenarla eficientemente. Para ayudarla a descansar, si bien se necesitan 8 hs. de sueño, podemos realizar algún tipo de relajación. Una técnica muy simple es la de cerrar los ojos y respirar profundo por la nariz trayendo a la memoria un recuerdo agradable o visualizando un paisaje paradisíaco. Una forma de recrear la mente es mirar una película o leer un libro, ya que por un tiempo, ésta se concentra en estas actividades y se libera de los pensamientos que la preocupan.
Pongamos a prueba nuestra capacidad creativa. La creatividad es un desafío que no solo emplean los publicistas. Resolver un problema de trabajo requiere de creatividad, inventar una cena con los productos que se encuentran en la alacena, contarle a un niño un cuento jamás contado.
Cumplir con las metas fijadas. El logro de las mismas nos otorga la fortaleza de saber que podemos conseguir aún más. Comencemos con metas cortas y fáciles de conseguir. Por ejemplo: bajar dos kilos en un mes o ahorrar la cantidad de dinero que nos permita realizar un viaje corto. Cuando observemos que cumplimos cada meta que nos propusimos, podremos entender que solo nos hacia falta un plan. Si es necesario las anotaremos y de esa forma iremos comprobando nuestros logros. El plan debe ser preciso. Si queremos bajar de peso bastará con realizar una dieta. En el caso de ahorrar, solo se necesitará una alcancía y depositar el dinero que nos sobre. Además del plan fijado y la puesta en acción deberemos contar con dos componentes fundamentales para el logro de nuestras metas: voluntad y perseverancia.
Cuando aceptamos que poseemos defectos al igual que el resto de las personas, los detectamos, hacemos lo posible para modificarlos y asumimos los que no pueden corregirse. Cuando tratamos de conseguir un equilibrio cuerpo – mente ayudando a cada una de estas partes de nuestro ser a complementarse y evolucionar, comenzamos a crecer. Crecer, no significa que solo pasen años en nuestra vida. Crecer, significa aprender la manera de hacer que nuestra vida mejore. Aprender a vivir plenamente.