No existe mayor crítico que uno mismo, y ante cualquier error o falla nos castigamos muy duro como si fuéramos el peor enemigo. No existe castigo más duro que aquel que se realiza en forma inconsciente, porque no nos da la oportunidad de contrarrestar sus efectos dañinos. Por ejemplo, ¿eres conciente de los momentos en que aprietas los dientes o los dedos de los pies, como si esta fuerza focalizada te diera desahogo y descanso?, ¿te has dado cuenta de la cantidad de palabras ofensivas que te dices y repites, cuando las cosas no te salen bien o te equivocas?
Aunque no lo creas, todas estas pequeñas o grandes ofensas y agresiones que te realizas, muchas de ellas en forma automática e inconciente, te producen daños en la autoestima, motivación, la misma personalidad y comportamiento en las actividades y proyectos. ¿Por qué nos tratamos a veces peor que violín prestado?
Sentirse bien consigo mismo es fundamental para que emprendas con éxito lo que te propongas. Aceptarte con tus bondades y limitaciones, consentirte y amarte incondicionalmente, permitirte cometer errores y aprender de ellos, no juzgarte demasiado
y mucho menos en forma desmedida, sentirte humano y como tal darte el permiso de ensayar y experimentar. No debes asumir una posición inflexible e inamovible, y todo lo contrario, darte el gusto de cambiar en tu forma de pensar cuando lo creas necesario, sin disculparte al respecto.
La primera premisa para dar amor es sentirte amado por ti mismo, si quieres entregar debes primero sentirte pleno, para confiar en los demás debes contar con credibilidad y autoestima, para trasmitir optimismo debes sentirte feliz, y para trabajar en equipo debes también poder hacerlo en forma individual. Como ves, transmites el reflejo de lo que eres, y solo puedes dar lo que has sembrado dentro de ti. Si te llenas de odio no esperes brillar amor, y en cambio cuando te sientes a gusto contigo mismo podrás sentirte bien con cada una de las personas que te rodean y con quienes te relacionas.
La forma de lograrlo es no olvidar que de la misma forma que riegas las plantas con agua, debes periódicamente darte cariño, felicitarte, perdonarte, permitirte ciertas libertades y pequeños lujos, participar de tu afición y gustos, y sobre todo tratar de hacer las cosas porque te gustan y no por que te obligan a hacerlo. La vida esta rodeada de rosas, algunas tienen espinas, posiblemente no raspemos con algunas de ellas, pero nunca que sea por culpa nuestra y de adrede.