Llega un momento en la vida en que todo parece estar de revés. Nos quejamos e insistimos en la idea de que no queremos sentirnos de tal o cual manera. Pero generalmente, si alguien nos pregunta como quisiéramos estar, solo respondemos: “no lo se, pero así no”. De esta forma, solo logramos obtener más de lo mismo. Es decir, al no saber como o donde queremos estar, solo seguimos focalizándonos en el mismo estado, generando lo mismo que obtuvimos hasta ahora.
Muchos de nosotros nos encontramos pensando en lo que no tenemos, en lo que no queremos en la vida, y esto, nos impide elaborar un plan para obtener lo que realmente nos permita vivir bien. Todo lo contrario, generamos una negatividad que nos hace mantenernos en el mismo punto en donde no nos gusta estar parados. Otras veces, sabemos relativamente lo que queremos pero algo nos detiene. O que “es muy difícil conseguirlo”, que “no tengo ganas de ponerme a hacer tal cosa ahora”, que “no se como empezar”. Y así, se va perdiendo la verdadera idea de lo que queremos en realidad. Al postergar, la mente se olvida de nuestros sueños o los reprime de tal forma, que nos encontramos otra vez sin saber lo que realmente queremos. Saber lo que se quiere, es el paso inicial para conseguir cada uno de nuestros objetivos en la vida.
¿Cómo identificar lo que queremos?
Transformar el pensamiento negativo en positivo nos permite conformar otra realidad. Así como cuando algo no nos gusta nos centramos en esa idea, vamos a intentar preguntarnos que deseamos en su lugar. Si por ejemplo nos quejamos de la cantidad de trabajo atrasado, pensaremos en que nos gustaría que suceda a cambio. Muchas veces, la perspectiva negativa que tenemos hacia las situaciones de nuestra vida, nos impide ver que es lo que nos gustaría ser o hacer, en vez de quedarnos en una postura quejosa. En el ejemplo citado, puede suceder o que nos demos cuenta que no nos gusta la labor que estamos realizando y nos imaginemos trabajando en otra área u otro lugar; o que, por el contrario, solamente estemos exhaustos y nos imaginemos vacacionando en la playa.
Este proceso es el que debemos realizar, cada vez que no estemos conformes con algún aspecto de nuestra vida. Nos ayudará a identificar hacia donde queremos llegar y cuales son nuestros deseos más profundos.
A medida que vayamos reconociendo nuestras aspiraciones, debemos ir anotándolas, para no postergarlas y de esta manera poder llevar a cabo nuestro cambio deseado. Dejar de enfocarnos en lo que no queremos, y reemplazarlo por lo que queremos en su lugar, abre nuestra mente y la lleva a un estado positivo, lleno de posibilidades.
Una vez que tenemos una lista de lo que nos gustaría vivir, debemos analizarla y descubrir que es lo que nos detiene. Muchas veces el motivo de no llegar a cumplir con nuestros sueños, es que si bien los conocemos, algo nos está deteniendo. Nuestro juicio suele ser muy severo con nosotros mismos y en ocasiones no nos deja avanzar. Esa vocecita interior que suele decirnos: “¿para que vas a hacer esto?, mejor quédate con los problemas que ya tienes, en vez de buscarte nuevos” es una traba con la que debemos luchar. Otras veces, lo que nos detiene no tiene únicamente que ver con nosotros mismos, sino con palabras de personas que tienen gran valor para nosotros. Por ejemplo si un familiar solía decirnos que nunca íbamos a llegar a ser “alguien” en la vida, es muy probable que hayamos adoptado esa creencia y no nos deje desarrollarnos de la forma que queremos hacerlo. Estos son puntos fundamentales que debemos resolver antes de plantearnos como seguir, ya que, no sólo nos detienen, si no que son los culpables de reprimir nuestros deseos y llevarnos a su incumplimiento, o peor, a olvidarnos de nuestros sueños.
Para combatir los obstáculos que retumban en nuestra psiquis y nos impiden salir adelante, tendremos que reemplazar éstas palabras. ¿Cómo? Cada vez que la mente las traiga a nuestro pensamiento, deberemos recordar alguna crítica positiva o cambiarla por la frase: “yo puedo”. Esta frase es muy poderosa y nos ayudará a modificar nuestra postura para poder realizar lo que queramos. Es fundamental razonar acerca de nuestro deseo. Muchas veces nos encontramos anhelando algo, para satisfacer a otras personas. El deseo debe ser propio, debe salir de nuestro cuerpo y mente y lo debemos percibir con todos los sentidos.
Una vez que sabemos hacia donde queremos embarcar nuestra vida, todo resultará más sencillo. Pero ¿Qué hacemos con lo que queremos? La respuesta es simple, fijarnos metas. Para poder establecer un plan que nos permita cumplir con estas metas, nuestros objetivos deben ser claros y concisos. No es lo mismo decir: “quiero ser feliz”, que decir: “Tener un trabajo que me agrade y bien remunerado me haría muy feliz”. Los objetivos deben ser precisos, la felicidad abarca muchos aspectos y lo que puede hacernos felices a unos, puede no hacernos felices a otros. Por ese motivo, el proceso de realizar la lista con situaciones puntuales, nos servirá para saber exactamente que nos haría felices a cada uno de nosotros ya que, el secreto para que éstas se cumplan, está en saber exactamente lo que se quiere. Si tenemos en claro esto, podemos comenzar con el planeamiento de nuestras metas.
¿Cómo fijar nuestras metas?
Primeramente, es preciso que sepamos que nuestro propósito es tan firme, que llegaremos a materializarlo. No aceptaremos otra cosa a cambio, ya que tenemos bien en claro lo que queremos. Conformarnos, sólo nos sirve para sentirnos frustrados por no haber conseguido precisamente lo que queríamos. Si por ejemplo queremos bajar unos7 kilogramos, no nos conformaremos con bajar sólo 3. Debemos cumplir con nuestro propósito y poseer la firme convicción de que lo vamos a conseguir. Lo ideal es que nuestros objetivos estén bien definidos y sean cuantitativos en relación al tiempo. Por ejemplo: “quiero recuperar mi peso en seis meses”. En relación a este objetivo, llevaremos a cabo un plan, (concurrir a un nutricionista) y comenzaremos a emplear todos los pasos para lograr el cumplimiento de éste. Es indispensable que por cada meta anotemos un plan a seguir y los logros alcanzados (sub-metas). Llamaremos sub-metas a las pequeñas metas que a corto plazo nos demuestren que estamos logrando nuestro fin. Estas nos ayudarán a no perder la constancia. Siguiendo con el ejemplo del sobrepeso, iremos anotando por semana lo que fuimos comiendo y la cantidad de kilos o gramos que vamos perdiendo. De esta forma llegaremos a los 6 meses con el peso deseado.
En cualquier objetivo propuesto tendremos que tener cuidado en no echarnos atrás sólo por un error cometido. Si estamos haciendo una dieta, asistimos a una fiesta y nos excedimos con la comida, debemos recomenzar al día siguiente, recordando todo el esfuerzo aplicado anteriormente y por supuesto, nuestro propósito.
Las metas son un proceso que debemos seguir paso a paso, y es fundamental que tengamos en claro que es exactamente lo que queremos conseguir. Nada es imposible si estamos seguros de lo que queremos y fijamos un plan para llevarlo a cabo. Ni siquiera, lo que nadie ha conseguido realizar. Las personas que superan records mundiales, saben lo que quieren, y no se limitan el hecho de saber que otras personas llegaron a menos. Solo basta con proponerse algo, y salir a pelear por ello. Una vez que conseguimos alcanzar nuestra primera meta, tendremos las fuerzas que necesitamos para ir por más.
De eso se trata la vida, de superar nuestros propios desafíos.