¿Realmente existen algunas personas que tienen más suerte que otras o todo está en la cabeza? Ambas
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad neuromuscular que ataca a las neuronas motoras hasta que la debilidad muscular, la atrofia y la parálisis conducen inexorablemente a la muerte. A las víctimas de esta enfermedad monstruosa podría perdonárseles por sentirse desafortunadas.
Entonces, ¿cómo podemos explicar la actitud ante la misma enfermedad del beisbolista Lou Gehrig? quien dijo en el estadio Yankee lleno por completo: «Desde hace dos semanas has estado leyendo acerca de la mala suerte que tengo. Hoy me considero el hombre más afortunado en la faz de esta tierra». A continuación el caballo de hierro contó sus muchas bendiciones y fortuna, una lista en la que recalcó dos veces «Tengo suerte» y «Eso es algo.»
Es evidente que la suerte es un estado de ánimo. ¿Es más que eso? Para explorar esta cuestión científicamente el psicólogo experimental Richard Wiseman creó un laboratorio de «suerte» en la Universidad de Hertfordshire en Inglaterra.
Wiseman comenzó a investigar si los que creen que tienen suerte en realidad tienen más probabilidades de ganar la lotería. Para completar su cuestionario de suerte reclutó a 700 sujetos que tenían la intención de comprar billetes de lotería, y en el auto-informe había una escala que medía si las personas se consideran afortunadas o desafortunadas. Aunque los afortunados tenían el doble de confianza de que iban a ganar la lotería en comparación con los desafortunados, no hubo diferencia en ganancias.
Entonces Wiseman le dio a los sujetos temas estandarizados en una escala de «satisfacción con la vida» en donde se les pidió a los individuos clasificarse a sí mismos de acuerdo con lo satisfechos que estaban con su vida familiar, vida personal, situación financiera, su salud y su carrera.
Los resultados fueron sorprendentes. «Los Afortunados están mucho más satisfechos en todos los ámbitos de su vida que la gente con mala suerte o neutral», revela Wiseman en su encantador y perspicaz libro El Factor Suerte (Miramax Books, 2003). ¿Este estado de satisfacción mental se traduce en los resultados reales de la vida que algunos llaman suerte? Si. Aquí te indicamos cómo.
La gente con suerte espera que sucedan cosas buenas.
Wiseman dio a los sujetos las «cinco grandes» de la escala de personalidad, que medían la «afabilidad», «conciencia», «extroversión», «neurosis» y la “apertura». Aunque no hubo diferencias de afabilidad y la conciencia entre la gente afortunada y la desafortunada, Wiseman encontró diferencias significativas en la extroversión, neurosis y apertura.
La gente con suerte obtuvo una puntuación significativamente más alta que la gente con mala suerte en relación a la extroversión. «Hay tres maneras en que la extroversión de los afortunados aumenta significativamente la probabilidad de que tengan un golpe de suerte», explica Wiseman: «reunirse con un gran número de personas, ser un ‘imán social» y mantenerse en contacto con la gente». Por ejemplo, la gente con suerte sonríe dos veces más a menudo y hace más contacto visual que la gente con mala suerte, lo cual conduce a más encuentros sociales, que a su vez generan más oportunidades.
En la dimensión de la neurosis se mide si alguien está ansioso o relajado, Wiseman encontró que los más afortunados eran la mitad de ansiosos que los desafortunados – esto era «porque la gente con suerte tiende a estar más relajada que la mayoría y es más propensa a notar las posibles oportunidades incluso cuando no las están esperando».
En un experimento de Wiseman, los voluntarios debían contar el número de fotografías en un periódico. Los sujetos con suerte eran más propensos a notar en la página dos un anuncio de media página con un mensaje escrito en letra negrita grande: DEJA DE CONTAR – HAY 43 FOTOGRAFÍAS EN ESTE PERIÓDICO.
Wiseman descubrió que los afortunados también obtuvieron una puntuación significativamente más alta que la gente desafortunada en relación con la apertura. «La gente con suerte está abierta a nuevas experiencias en su vida… Ellos no tienden a sentirse obligados por la costumbre y les gusta la idea de imprevisibilidad», señala. Así que, la gente afortunada viaja más, encuentra nuevas perspectivas y le da la bienvenida a oportunidades únicas.
La expectativa también juega un papel en la suerte. La gente afortunada espera que le sucedan cosas buenas, y cuando le ocurren las aprovechan. Pero incluso frente a la adversidad la gente afortunada transforma la mala suerte en buena fortuna. Consideremos el ejemplo de una de las personas que ha sufrido por más tiempo en la historia de la enfermedad de ELA, Stephen W. Hawking, quien escribe: «Fui afortunado al haber elegido trabajar en la física teórica, porque era una de las pocas áreas en las que mi condición no sería un serio obstáculo». Incapaz de moverse y confinado a una silla de ruedas, Hawking ha capitalizado su destino al utilizarlo como una oportunidad para transformar nuestra comprensión del universo, lo cual ha logrado. Eso es algo.
Fuente: Scientific American